¿En que se diferencia la violencia contra la mujer de la violencia de género?

Cuando hablamos de violencia contra la mujer nos referimos a las diferentes formas de violencia que se pueden dar contra ella. Entre las formas de violencia contra la mujer y de violencia de género se encuentran; la violencia psicológica, el acoso u hostigamiento, la violencia física, la doméstica, la sexual, la prostitución forzada, la esclavitud sexual, el acoso sexual, la violencia laboral, la violencia patrimonial y económica, la obstétrica, la esterilización forzada, la violencia mediática, la institucional, la simbólica, el tráfico de mujeres, niñas y adolescentes, y la mutilación genital femenina.

El concepto de violencia establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas, en su artículo 1 de la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la Mujer (1995) la define como:

“Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como privada”

Desde el punto de mira de la psicología, la violencia de género tiene un fuerte componente de carácter sociocultural con la idea central del patriarcado y la representación de la masculinidad a través del dominio sobre la mujer, considerando por ello a  las mujeres como el sexo débil, y otorgando al hombre un rol superior. Se puede decir por ello que la  violencia de género parte de una ideología de género basada en tradiciones, creencias y costumbres, que favorecen y mantienen la desigualdad entre sexos.

La violencia contra la pareja

En la violencia contra la pareja puede haber violencia de género, pero la violencia de género no siempre es violencia contra la pareja. Para diferenciar la violencia de género de la violencia contra la pareja podemos decir que en violencia contra la pareja hay una historia presente o pasada entre hombre y mujer, sin embargo en la violencia de género no tiene porque haberla.

A veces es difícil distinguir si el acto violento se da en una relación de violencia, o estamos ante una relación con violencia, es decir, nos cuesta de diferenciar entre casos de violencia y casos con violencia. En ambos casos hay violencia y se viven situaciones violentas, pero es importante distinguirlas a la hora de intervenir.

Muchas familias han pasado por episodios violentos durante las fases previas y posteriores a la separación, estos serían los casos con violencia ya que el foco está en la separación, y no en la violencia. La violencia en estas situaciones se inicia en un momento concreto y tiene un carácter situacional que está asociado a situaciones de estrés y conflicto como puede ser la separación, la pérdida de un trabajo, infidelidades, etc. En estos casos la mujer puede tener una reacción de sumisión, de confrontación o utilizar la violencia.

Sin embargo en las relaciones de violencia, ésta se suele dar en un inicio temprano de la relación de desigualdad entre hombre y mujer, y suele ser una dinámica estable de larga duración que forma parte de la relación. En estos casos la relación gira en torno a una violencia cruzada y una situación de desigualdad percibida, siendo ambos miembros de la pareja los que luchan por alcanzar sus objetivos.

Violencia cruzada

Aunque la actitud más conocida frente a la violencia es asumirse una de las partes como víctima y someterse, en muchas ocasiones lo que se da en las parejas es una violencia cruzada, un fenómeno que afecta mayoritariamente a parejas jóvenes y que se da cuando tanto el hombre como la mujer ejercen conductas violentas el uno contra el otro. En estos casos la agresión es mutua y una de sus características es que tiende a aumentar con el tiempo, entrando ambos miembros de la pareja en una especie de torbellino del que cada vez es más difícil salir.

La violencia cruzada se da en muchos casos de violencia doméstica, dando lugar a un ambiente de tensión y miedo muy dañino a nivel psicológico para la pareja, y en especial, para los hijos menores que convivan con ellos. Los gritos, los insultos, las humillaciones continuas y las agresiones generan además de un conflicto mayor en la pareja, heridas a nivel psicológico que pueden ser muy difíciles de superar, e incluso pueden dar lugar a secuelas psicológicas. En ocasiones uno de los miembros de la pareja puede experimentar una gran frustración y tener la sensación de que es imposible llegar a un acuerdo, y por ello experimentar una violencia reactiva.

Estrategias de afrontamiento y resolución de problemas como salida de una relación de pareja con violencia

En cualquier caso en una relación de pareja con violencia estamos ante personas que carecen de la habilidades comunicativas y las estrategias de afrontamiento necesarias para salir del problema en el que se encuentran inmersas. Las estrategias de resolución de problemas se refieren a  las operaciones mentales utilizadas para pensar sobre la representación de las metas y la situación, con el fin de transformarlos y obtener una solución. Además de los recursos psicológicos personales la persona puede valerse del apoyo social, el apoyo familiar, etc.

Para poder salir de una situación de conflicto en la pareja es importante en primer lugar detectar el problema, definiéndolo de forma breve y objetiva, es decir; que ocurre, cuando ocurre y cuales son sus consecuencias para ambos miembros de la pareja. A partir de este esquema y su análisis se deben generar posibles conductas para su solución, ambas partes deben tomar decisiones y elaborar un plan de acción que llevarán a cabo de forma disciplinada. Al cabo de un tiempo deberán evaluar si las medidas adoptadas han contribuido a la solución del problema, y si no es así se deberá encontrar donde se ha fallado y generar nuevas soluciones hasta conseguir encontrar la mejor solución posible.