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pasado, destino, futuro

No podemos cambiar el pasado, pero sí nuestro futuro. ¡Tu biografía no es tu destino!

Cada uno tenemos un pasado que no podemos cambiar, que es importante y que puede ser el origen de problemas actuales, pero que no condiciona nuestro futuro. Para algunas personas puede ser un pasado con muchos obstáculos, sobre todo en esa fase en la que no disponemos aún de habilidades suficientes como para dar solución a lo que estamos viviendo, la infancia. Pero esos momentos difíciles del pasado no implican que no podamos vivir un futuro diferente. Nuestra biografía no es nuestro destino.

Las personas solemos sufrir en algún momento de nuestras vidas, ya que el sufrimiento forma parte de la vida, el problema surge cuando la persona vive inmersa en un sufrimiento continuo o muy elevado, del que no puede salir y que le impide llevar una vida plena. Puede suceder que la persona esté afectada por el malestar que la invade en un área de su vida, pero en general, cuando estamos ante un trastorno mental y del comportamiento, éste afecta a todas las dimensiones de su vida, si bien unas áreas pueden estar más afectadas que otras. De la misma forma, cuando en la persona se produce un cambio tras someterse a una terapia, mejorando por ello su estado psicológico, son varias las dimensiones de la persona que pueden verse afectadas por la mejora.

Una de estas dimensiones es la psicodinámica o intrapsíquica. Esta incluye mecanismos de defensa y procesos mentales de los que no somos conscientes. Freud se refería a ello como “función defensiva”, un proceso que se produce para armonizar otras dimensiones, conseguir coherencia entre ellas, y de este modo, asegurar nuestra estabilidad. Cuando sufrimos muchas decepciones podemos interpretar de forma negativa las acciones de los demás injustamente, para dar un sentido a nuestro sufrimiento. Con ello lo que estamos haciendo es dar coherencia a nuestros pensamientos y sentimientos de forma que nuestro autoconcepto no se vea perjudicado. La tendencia a interpretar negativamente lo que ocurre a nuestro alrededor, situándonos en una posición de indefensión, es una tendencia de naturaleza inconsciente que hace necesario un trabajo terapéutico para poder reconocerla y eliminarla.

El psicoanálisis tiene la función de profundizar en esta dimensión de la persona, busca conocer el origen de los procesos inconscientes que generan este tipo de tendencias y otras distorsiones (paranoides, catastrofistas, depresivas, etc.), para una vez detectados, poderlos reemplazar por mecanismos más adaptativos que ayuden a la persona a alcanzar un mayor bienestar. Si bien esta dimensión puede ser muy importante para entender los orígenes de algunos de los comportamientos que te están bloqueando, debes tener muy presente que tu biografía no es tu destino.
Así, uno de los aportes más trascendentales de esta dimensión, es que cada sujeto puede tener la responsabilidad sobre su destino. No podemos cambiar el pasado, pero sí nuestro futuro. Responsabilizándonos de lo que nos sucede, y de lo que no nos sucede, seremos los héroes de nuestras vidas, y no la dejaremos en manos de otras personas o circunstancias. Conociendo el porqué de nuestro comportamiento podemos reelaborar nuestra historia personal y darle un sentido a nuestra vida.

Las experiencias en la infancia, y muy especialmente las relaciones que hemos tenido con nuestros cuidadores, pueden influir en la estructura de nuestra personalidad, pero no tienen que condicionar nuestro futuro eternamente. Muchos son los ejemplos de personas que han pasado por infancias marcadas por la pobreza, la tragedia, los abusos, la violencia, y otras calamidades, y que han sabido luchar por un futuro más próspero. Ellos han experimentado en primera persona el significado de la frase «Tu biografía no es tu destino», y han tenido vidas de éxito que nos pueden servir de ejemplo.

«No podemos resolver problemas pensando de la misma manera que cuando los creamos»

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Albert Einstein desarrolló la teoría de la relatividad y dio el primer paso hacia la física moderna. Fue un niño vergonzoso y de pocas palabras, cuyos padres temieron que sufriese algún tipo de trastorno mental. No empezó a hablar hasta los tres años. Sus docentes lo consideraban un alumno reacio a la autoridad al que debían castigar para que dejara de hacer y decir tonterías. Abandonó la secundaria sin terminarla. Puso su meticulosidad y perfeccionismo al servicio de la física, por la que sentía pasión, convirtiéndose en uno de los físicos más relevantes de los dos últimos siglos